6. Conclusiones: la historia y el Análisis de Redes Sociales.

 

Parafraseando a Eric Van Young, creo que el análisis de redes sociales es “bueno para pensar” porque permite llamar la atención acerca de ciertas relaciones que, tal vez, no sean tan fáciles de apreciar a primera vista, sobre todo cuando se investigan grupos con un gran número de participantes.[1] También es un ejercicio que permite el diálogo entre enfoques de marcado corte cuantitativo y aquellas investigaciones que hacen de lo cualitativo su punto de partida; el modelo que se plantea por el A.R.S. es lo suficientemente laxo como para que se abarquen muchos tipos de investigaciones. Para aquellos que nos encontramos interesados por la historia económica, la propuesta es muy llamativa, pues permite el diálogo entre aquellos investigadores que gustan de los modelos y los que gustan más de la narratividad histórica.

Ahora bien, debo dejar muy claro que el trabajo de A.R.S. comienza, como todo tipo de investigación, con las fuentes. La investigación histórica tiene una fuerte carga empírica; sin información no existe la historia. El tratamiento de las fuentes es uno de los elementos centrales del trabajo histórico. A diferencia del sociólogo y el antropólogo, que trabajan con datos obtenidos a partir del trabajo de campo, y que pueden elaborar cuestionarios para aplicar a personas vivas, el historiador se enfrenta a sociedades del pasado que pudieron no haber dejado huellas documentales adecuadas para la aplicación del A.R.S. Sobre este punto, se debe decir que el tratamiento de las fuentes y su correcta interpretación, es un problema anterior a la decisión de cómo se van a utilizar analíticamente.

Una buena crítica de fuentes permite delimitar los problemas que se pueden tratar con la información disponible. El manejo y conocimiento profundo de las fuentes de primera mano, evita cometer el error de aplicar técnicas analíticas que requieren cierto tipo de datos que, a veces, no se ajustan al tipo de información que se puede obtener del archivo. Esto también implica que existen algunos temas que, sinceramente, se resisten a ser abordados mediante A.R.S. En términos generales, esta técnica modela mal las relaciones contradictorias en la sociedad: el rechazo, la pugna, la tensión, la guerra.[2] En contrapunto, hay una serie de temáticas que se prestan muy bien para ser tratadas mediante esta técnica, como el comercio, la migración, las relaciones de parentesco y compadrazgo, entre otros.

También es posible encontrar temáticas que son muy susceptibles para ser modeladas mediante A.R.S., pero que han dejado escasas huellas documentales de corte relacional, o bien dejaron repositorios de datos que no permiten una fácil modelización. En este punto, el investigador debe decidir si el plantear la temática mediante alguno de los conceptos estructurales de redes, aporta una mayor precisión analítica a su texto. Además, debo dejar anotada aquí la existencia de cierta polémica entre los historiadores que utilizan esta técnica: la modelética matemática es facultativa u obligatoria, es decir, ¿sin grafo no hay A.R.S?

No creo que el socio-grama sea tan importante, como para responder de manera categórica que el grafo hace al A.R.S. Es más, existen una gran cantidad de excelentes textos que aplican los conceptos estructurales de las redes sin utilizar el modelo matemático necesario para obtener socio-gramas.[3] Es mi opinión, sin embargo, que la modelización aportada por la teoría de grafos y el álgebra lineal es una de las partes más robustas del A.R.S., y que el investigador debería realizar el esfuerzo que implica ordenar los datos para obtener matrices relacionales y, posteriormente, socio-gramas. Este paso, cuando menos así lo creo, no es muy complicado de dar. Empero, la mayoría de las veces no se incursiona ahí por falta de información referente a la correcta sistematización de los datos. De acuerdo a mi experiencia en este campo, la mayoría de las veces sólo hace falta que el investigador organice su información, con la finalidad de ser leída por los programas informáticos que se encuentran disponibles para la generación del modelo. Espero que estos apuntes ayuden para que los historiadores intenten acercarse esta parte del A.R.S.


[1] VAN YOUNG, Eric. (1992). Mexico's Regions. Comparative History and Development. San Diego: University of California at San Diego., En la introducción a este libro el autor se pregunta si las regiones son “buenas para pensar”. Retomo la frase para aplicarla al A.R.S.

[2] Para una interesante crítica de estos límites: GARCÍA DE LEÓN, A. (2011). Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519 – 1821. México: Fondo de Cultura Económica. pp. 501 – 535. En este apartado, García de León aborda la red de judíos portugueses que se encargaron de la introducción de esclavos en la primera mitad del siglo XVII en Veracruz, y muestra que el modelo del A.R.S. no pueda dar cuenta de toda la riqueza social; “El análisis de redes sociales (ARS), perfectamente aplicable a este caso particular, depsierta hoy muchas expectativas, y ello se debe en gran medida a la fascinación que ejercen los formalismos matemáticos en el relato de las ciencias sociales (en este caso, y tardíamente, entre los historiadores), independientemente de su utilidad o de su función heurística y olvidando que sólo es una aproximación intelectual amplia para identificar las estructuras sociales que emergen de las diversas formas de relación, pero sobre todo, un conjunto de métodos y técnicas.” Pp. 528.

[3] Ver, por ejemplo, el excelente trabajo de: ALCÁNTARA LÓPEZ, Á. (2007) Redes sociales, prácticas de poder y recomposición familiar en la provincia de Acayucan, 1784-1802. En VALLE PAVÓN DEL, G. e IBARRA, A. (Coordinadores.). Redes sociales e instituciones comerciales en el imperio español, siglos XVII a XIX. (pp. 215 - 248) México: Instituto Mora. En este texto se pone el foco de interés en una red del sotavento veracruzano que era económica, pero que no dejó las típicas huellas de corte económico, sino un sin fin de relaciones sociales que han sido reconstruidas por el autor de manera narrativa.